A partir de este domingo, las pantallas del Aeropuerto Internacional Benito Juárez, en la Ciudad de México, mostrarán exclusivamente los horarios asignados por la autoridad aeroportuaria a cada vuelo, y ya no se permitirá la información que solían brindar las aerolíneas para planificar sus salidas. Una nota emitida por la Secretaría de Marina indica que el propósito de esta medida es “para que los pasajeros estén bien informados y que se pueda medir y eliminar la diferencia horaria que transcurre entre el horario asignado por el aeropuerto y el que comercializan las aerolíneas”. , para agilizar y mejorar la puntualidad de las operaciones.” La polémica se basará en esta decisión, como ha ocurrido con otras relacionadas con el transporte aéreo en los últimos tiempos.
De acuerdo con la nota del gobierno, el centro de control operativo del aeropuerto más grande de México se reserva el derecho de realizar las actualizaciones y correcciones necesarias para “regularizar los vuelos y evitar contratiempos para los miles de pasajeros que viajarán durante la temporada de verano que se avecina”. operación este domingo”. El acuerdo, dice el comunicado, ha sido compartido con las aerolíneas que operan en Benito Juárez “para que se atengan a estas disposiciones”. Marina sugiere a los pasajeros estar atentos y consultar sus dudas con la aerolínea con la que viajan.
Los cielos siguen revueltos en México. A las múltiples contingencias que se registran en el aeropuerto más grande de la ciudad -que acumula retrasos en salidas y desembarques, aterrizajes o despegues abortados, viajeros encerrados dentro de aviones durante horas sin poder salir a pesar de que el avión está en tierra y a otras incidencias- se ha sumado desde hace unos meses la inauguración del segundo aeropuerto, el internacional Felipe Ángeles (AIFA), bajo gestión militar. Todo esto ha trasladado la navegación aérea mexicana al ámbito político.
Más allá de la polémica por la obra del AIFA, la llegada de este segundo aeropuerto no puede librarse de las metáforas: el AIFA no acaba de despegar, el AIFA no ha despegado, dicen las crónicas para significar que el Felipe Ángeles no basta el nivel de operación que se esperaba. Los datos de la compañía para 2022 indican que por estas vías pasaban 6.800 viajeros diarios y unos cientos menos a principios de este año. A pesar de que la construcción del AIFA comenzó a aliviar la carga comercial que soporta Benito Juárez en uno de los países más turísticos del mundo, los datos dan la razón a las metáforas. 36 millones de pasajeros al año embarcan y aterrizan por el aeropuerto internacional de la Ciudad de México, y eso con datos de pandemia. Antes llegaban a los 50 millones por año.
El Gobierno ha ensayado medidas para promover la elección del segundo aeropuerto, pero sus accesos aún no están resueltos y son lejanos y costosos, lo que desalienta a los viajeros locales a abordar en esta terminal, ubicada en el municipio de Zupango, en el estado de México. Gestos, como el aterrizaje en dicho aeropuerto del presidente estadounidense, Joe Biden, el 8 de enero, en una visita a México, donde fue recibido al pie de la escalinata por Andrés Manuel López Obrador, no terminaron de surtir efecto. Para compartir la carga al 50%, su esposa, Jill Biden, aterrizó en Benito Juárez.
El Gobierno ha seguido intentando regular el tráfico aéreo, pero la polémica siempre lo acompaña. Ya en diciembre del año pasado, López Obrador lanzó un calvario a las empresas mexicanas, si no operaban en AIFA tendrían que enfrentarse a la competencia extranjera. Esta medida se denomina cabotaje en la jerga aeroportuaria, es decir, permitir a empresas extranjeras volar rutas nacionales. Con este proyecto de ley en el Congreso, el Gobierno pretendía bajar los precios y estimular el uso del Felipe Ángeles, pero fue rechazado por las aerolíneas mexicanas. El cabotaje es algo inusual en el mundo, porque cada país defiende su soberanía en este sector, que también se considera estratégico.
Se espera que la discusión política sobre esta medida sea tan enconada que la semana pasada se “pausó” el debate en el Congreso cuando ya crecía la protesta de las aerolíneas. La Cámara Nacional de Transporte Aéreo (Canaero) rechazó que esta medida contribuyera a bajar los precios de los boletos de avión y advirtió que, por el contrario, traería consigo un riesgo mayor: la quiebra de empresas mexicanas con el consecuente colapso de la recaudación tributaria. y pérdida de empleo. Todo ello porque las empresas nacionales, dicen, no cuentan con ayudas públicas como otras extranjeras, que operarían con mayor solvencia.
Pero no todos son de la misma opinión. Para el director del Instituto Nacional de Investigaciones Jurídicas Aeronáuticas, Pablo Casas, el cabotaje podría ser la solución para miles de pasajeros que no encuentran suficientes vuelos locales y más frecuentes, algo que, a su juicio, facilitaría la llegada de la competencia. “Si se abre el cabotaje, los beneficiados serán los pasajeros”, dijo a este diario.
Nada de lo que se está haciendo parece dar resultados. El Gobierno impuso un límite a las operaciones diarias en Benito Juárez que obligó al hermano menor a trasladar actividades de carga, negoció con las aerolíneas nuevas rutas para el verano de AIFA, e incluso propuso la inclusión de una línea militar.
La última medida para ordenar los cielos llega con la restricción de las pantallas en el AICM a la información comercial de las aerolíneas, que no siempre es precisa y genera más de un problema para el usuario. Pero habrá que ver si detrás de esta medida no surgen nuevas críticas que indiquen que estamos ante un nuevo pulso del presidente en su batalla por reestructurar la carga de pasajeros desequilibrada entre ambos aeropuertos.
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