Los presidentes de Estados Unidos, México y Canadá han cerrado la Cumbre de Líderes de América del Norte con una agenda de compromisos que, sobre el papel, busca fortalecer la alianza comercial entre los tres países y aumentar el peso específico del bloque en el mercado global especialmente contra China. El encuentro, que se llevó a cabo en la Ciudad de México, sin embargo, tuvo otros hilos comunes que marcan a diario el equilibrio de la región, comenzando por la gestión de la inmigración y la lucha contra el narcotráfico, con especial énfasis en el fentanilo que proviene de México: es un opioide sintético que causa decenas de miles de muertes en EE.UU. El balance general de la cumbre dejó notables buenas noticias y demasiadas asignaturas pendientes.
En primer lugar, Joe Biden llegó con el propósito de legitimar su nuevo plan de contención migratoria, con el que se compromete a recibir cada mes a 30 000 cubanos, nicaragüenses, venezolanos y haitianos a cambio de que los migrantes excluidos del programa se queden a cargo de la autoridades mexicanas. El presidente anfitrión, Andrés Manuel López Obrador, reconoció sus buenas intenciones y humanismo, sobre todo en comparación con la mano dura de Donald Trump. Mostró su agradecimiento por ser “el primer presidente de Estados Unidos que no ha construido ni un metro del muro”. Pero el lunes el presidente mexicano había lanzado un mensaje de fondo, al inicio de la reunión, pidiendo a Biden que acabara con el descuido de Estados Unidos hacia América Latina.
El reclamo tiene varios apoyos, y la política migratoria es precisamente uno de ellos, ya que la filosofía para enfrentar este desafío debe mirar más allá de la frontera norte para diseñar una estrategia regional que atraviese Centroamérica, especialmente Guatemala y Honduras, e incluso parte de Sudamérica. . Cualquier plan ambicioso debe tener más recursos, y Washington, muy interesado en impulsar la producción de semiconductores en América Latina, por ejemplo, está destinado a liderar los esfuerzos económicos.
La cumbre también abordó la seguridad y el narcotráfico. La detención días antes del cónclave de Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo, es una poderosa señal y marca el único camino posible para combatir a los cárteles. Biden, López Obrador y Justin Trudeau prometieron profundizar la cooperación en esta y otras áreas y, aunque cada presidente aprovechó la cumbre para reivindicar su propia agenda, todos condenaron sin matices el asalto a los tres poderes del Estado que sufrió Brasil el pasado Domingo. . Su reunión es, en sí misma, una buena noticia. Sin embargo, el camino hacia una integración regional más profunda aún tiene un largo camino por recorrer. Y la migración es el espejo que refleja a diario esta enorme asimetría.