Estoy muy emocionado. Un milagro podría ocurrir en este México sangrante, cuyas desgracias afectan de manera diferente a las mujeres, y como todo nos concierne, el horizonte nos obliga a hacer un esfuerzo enorme para reconstruir nuestra esperanza, nuestras familias y nuestros amores.
Pero ¿cómo podemos liberarnos del dolor incalculable que atraviesa nuestra vida diaria? dónde lograr avances cívicos, dado que estamos en un año electoral. Quién nos puede asegurar algo y a la vez cómo no levantarnos este 2 de enero, confiando en que sí, que las cosas mejorarán para nosotros, todo es cuestión de fe y fortaleza individual.
La cuesta de enero es la última. Recuerdo que hace muchos años un Secretario del Tesoro le dijo a un colega que en este país no estaba pasando nada. La ciudad es fantástica. Siempre lo logra, lucha por pagar las deudas que nos dejaron las fiestas de fin de año, ya sean familiares o nacionales; Nuestro pueblo es trabajador y feliz, dijiste, aunque lo vea amenazado por el pacto patriarcal.
Cada año dicen que hay que renovar la esperanza y afrontar los acontecimientos con calma. ¿Qué nos preocupa? La opacidad en la gestión de nuestros impuestos, los ríos de recursos para las campañas electorales.
Nos lo dicen y nos desean que estemos en buena forma, con buena salud. Y cuando el mandato de seis años llegue a su fin, lanzaremos un sistema de salud de clase mundial. Ya no habrá largas colas para conseguir una tarjeta en la clínica o pedir prestado dinero para medicamentos.
Y si empiezas a pensar en cómo nos fue en 2023, sin duda lo haremos mejor.
Estas frases vacías de Año Nuevo contrastan con la realidad. 2024 presagia una situación difícil. La desconfianza y el miedo residen en nuestro entorno, no exclusivamente por la violencia estructural, sino también por el cambio climático, la escasez de agua, los conflictos vecinales, los apagones y la violencia específica contra las mujeres.
Nos cansaremos de escuchar, una vez más, promesas y propuestas en el vacío.
A esto se suma la amenaza sistemática al derecho a disentir y a la libre expresión de ideas. No hay presos políticos, es cierto, pero sí crímenes contra defensores de derechos humanos; los conflictos en amplias zonas del país por la tierra y el territorio y la criminalización de la protesta.
Algunas autoridades electorales dicen temer la violencia política de género contra las mujeres; Hasta el momento, la pobreza no ha disminuido y en muchos hogares no hay cómo permitirse comprar la canasta básica.
En el 2023 se ofreció y ahora dicen que no habrá un Sistema Nacional de Asistencia que nos libere a las mujeres, al menos teóricamente, de las duras y pesadas dobles y triples jornadas; Además, no hemos podido promover la no discriminación. La Cámara de Diputados ha aprobado una nueva reducción del presupuesto destinado a políticas de género, situándolo en el nivel más bajo desde 2019.
El empleo femenino, aunque crezca, será precario y mal remunerado como en los últimos años. En el nuevo año parece que no podemos emocionarnos como nos enseñaron. No hay un calendario para la reconstrucción del hermoso puerto de Acapulco, del mismo modo que no hay forma de esperar que se cierre la brecha salarial entre hombres y mujeres. Existe la amenaza diaria de encontrarnos, individualmente, con un acto criminal a la vuelta de la esquina. El festivo y rojo Año Nuevo se deshace en nuestras manos si nos paramos a pensar. Veremos.
Periodista. Director del portal de información.