Es viernes, hace calor afuera del Reclusorio Norte en la Ciudad de México y una niña de cabello corto juega debajo de un árbol que los protege del sol impenitente de las dos de la tarde. La niña corre de un lado a otro mientras su abuelo la cuida apoyado contra la pared. Llevan aquí desde las doce de la mañana. La niña se llama Romi, tiene tres años y su madre, Ireetzy Romero Hernández, se encuentra en prisión preventiva desde el 24 de noviembre de 2022. Con ella están encerradas otras seis personas, incluidas sus dos hermanas. Este viernes, los abogados de Tracey Pallafox, la presunta estafadora que les denunció por secuestro, y el abogado de cuatro de los detenidos han firmado un acuerdo y serán puestos en libertad la próxima semana. Las jóvenes se irán con una acusación por “privación de libertad”, mucho menos grave que el “secuestro agravado” que les querían imputar, y con la promesa de no procesar a Palafox por estafa.
Las hermanas Ixhel, Ireetzy y Mildred Romero Hernández, Hilary Merchant, Fernanda Hernández, Dennys Pineda y el joven Octavio Castillo fueron detenidos por el presunto secuestro agravado de Tracey Palafox Hernández, quien en los últimos años ha recibido decenas de denuncias en redes sociales y también en la Fiscalía General del Estado por defraudar a sus clientes. La forma de actuar fue similar con todas las víctimas, según Luis Pineda Rodríguez, padrastro de las tres hermanas detenidas. Las víctimas contactaron a Palafox para comprar un boleto para un concierto como el de Bad Bunny que se llevó a cabo en la Ciudad de México a fines del año pasado. Así que, como denunció Hilary Merchant en sus redes sociales antes de ser detenida, la mujer les ofrece una colaboración: si vendían entradas a sus contactos, podrían conseguir entradas gratis para los conciertos.
En este caso, Ixchel comenzó a recaudar dinero de amigos y familiares que querían boletos a mitad de precio para un concierto de Harry Styles, Fórmula 1 o la NFL. Palafox dijo que tenía contactos en Ticketmaster y Ocesa que le proporcionarían los boletos. Cuando todo este dinero fluyó a su cuenta, dejó de responder. Era imposible contactar con ella, cuenta Hilary, que había entregado, en distintas ocasiones, hasta 450.000 pesos a Palafox, quien aseguraba estar en contacto con Ocesa y Ticketmaster e incluso firmó un contrato con ellos en el que ella se responsabilizaba de cualquier problema. , como ella mostró Sin embargo. Luis Alberto, quien también esperaba noticias de sus hijas debajo del árbol, dijo que Ixchel fue estafada en 480 mil pesos. Sus hermanas y su primo, Iván, también detenido, solo acompañaron a su hermana para apoyarla durante la noche en que los tres estuvieron detenidos.
La historia de lo que supuestamente sucedió entonces comienza con una llamada de Tracey a Fernanda, en la que ambas se encuentran para arreglar el tema del dinero. Ella le dice a Ixchel y todos van juntos a la casa de Tracey, la cual se sorprende al ver a más personas de las que esperaba. Entonces, en la historia confirmada por Luis Pineda, Tracey dice que allí no tiene dinero, que tienen que ir a la casa de su novia. Cuando llegan, les dice que no les va a pagar. Mientras tanto, su novia llama a la policía. Y allí el relato de los hechos se intensifica tanto que el padre de las tres hermanas ha presentado una denuncia ante la policía por los malos tratos que sufren sus hijas. No se puede localizar a Tracey y su abogado se niega a hablar con la prensa.
Luis Salvador Pineda asegura que al lugar llegaron al menos 30 policías, todos hombres en seis patrullas diferentes. Los agentes se detuvieron en un AutoZone y allí comenzaron los allanamientos “tocándoles las partes íntimas, golpeándolos y robándoles los teléfonos, carteras, cadenas y relojes. “Una de mis hijas fue maltratada al punto que un policía le metió la mano debajo de la ropa interior y le dejó una infección”, cuenta Luis Alberto. El padre de las niñas ha presentado una denuncia ante la Fiscalía y el proceso contra los policías está en curso. “Ahora que están fuera de la cárcel, van a testificar para el juicio por abuso”, dice Pineda. Este diario ha tratado de comunicarse con la Secretaría de Seguridad de la Ciudad de México, pero no ha obtenido respuesta.
Iretzi Romero tenía un spa y lleva tres meses y medio sin atender sus negocios y sin ver a su hija. “Ella está con nosotros, pero obviamente la extraña y pregunta por ella. Está desesperada porque quiere ver a su mamá”, dice Pineda. Otra de las hijas trabaja con Pineda en la tlapalería que regenta en un pueblo cercano a Pachuca, e Ixtell, la que negoció con Tracey desde el principio, trabajaba en un deportivo. Ahora están a la espera de entregar los últimos papeles y dejar en libertad a sus hijas, previsiblemente este miércoles. “Pudimos haber luchado más, ir a la justicia para que las liberaran sin cargos, porque no hicieron nada, pero esa mujer tiene mucho dinero y mis hijas hubieran seguido en la cárcel. Además, Tracey tiene influencia, ¿crees que podríamos haber ganado? Yo creo que no”, lamenta Pineda.
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